HISTORIA Semana N° 6
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TogglePerú antiguo: Estados regionales
En esta clase vamos a desarrollar el primer tema: Estado de regionales. Comenzaremos con los estados regionales que pertenecen al segundo intermedio de nuestra periodificación histórica. En este período encontramos a diferentes sociedades como Chimú, Chincha, Chancas, Huancas, Chachapoyas, los reinos Aymaras, Sican y, por supuesto, los incas en su versión regional.
Empezaremos por la sociedad Sican, que es muy importante y se desarrolla en la costa norte. Esta sociedad tiene características como el desarrollo de la metalurgia, la ingeniería hidráulica y el legendario desarrollo. Es importante mencionar que Sican da origen a los Chimú, quienes son reconocidos por su habilidad en la orfebrería y tienen una leyenda conocida como la del dios Naylamp.
En cuanto a los incas, es necesario mencionar que en esta época se encuentran en su versión regional. Además, hablaremos sobre los sitios arqueológicos, donde Sican es tan importante que luego es absorbido por Chimú.
Por otro lado, nos enfocaremos en los Chimú, específicamente en su sociedad, economía y religión. Los Chimú son una sociedad altamente jerárquica que heredó esta estructura de los Moches. Su economía se ve afectada por la salinidad del agua en la costa, lo que dificulta la agricultura exitosa. Por lo tanto, tuvieron que desarrollar nuevas técnicas hidráulicas, como los wachaques.
En cuanto a la religión, los Chimú adoraban a la luna y al mar, elementos importantes en su cosmovisión. El mar les proporcionaba gran parte de su alimentación debido a las limitaciones agrícolas. También destacan en manifestaciones culturales como la arquitectura, la cerámica y la metalurgia. La arquitectura más destacada es Chan Chan, hecha de barro. En cuanto a la cerámica, utilizaban moldes, y en la metalurgia se destacan técnicas como el repujado, el laminado y el dorado.
Pasando a los Chincha, hablaremos sobre su sociedad, economía y religión. Los Chincha son principalmente comerciantes y no tienen una jerarquía claramente definida debido a su enfoque en el comercio. Su economía se basa en el comercio marítimo y terrestre, siendo la ruta marítima la más importante. Su religión se centra en el señor Chinchaycamac, la diosa Luna y el agua.
En cuanto a las manifestaciones culturales de los Chincha, destacan en cerámica, metalurgia y arquitectura. La cerámica es utilitaria, con figuras geométricas y colores vibrantes. En metalurgia, se destacan los vasos narigones y técnicas como el laminado, la filigrana y el dorado. En arquitectura, tienen tres ciudades importantes: La Cumbre, Centinela y Tambo de Mora, conectadas a través del Qhapaq Ñan.
Finalmente, hablaremos sobre los reinos Aymaras, ubicados en el altiplano. Su economía se basa en la agricultura y ganadería de altura. Destacan en arquitectura, especialmente las chullpas de Sillustani, y son herederos de la cultura Tiahuanaco.
El Imperio Inca
Los incas dejaron construcciones deslumbrantes y su historia está repleta de leyendas y misterios. Explora la epopeya de este pueblo que dominó una gran región en América del Sur, gracias a su herramienta fundamental: la organización. Comenzaremos visitando la región andina, recorriendo sus costas desérticas, altiplanos secos y fríos, y la imponente cordillera de los Andes. A pesar de las condiciones difíciles, en estas tierras se desarrollaron diversos pueblos asombrosos, destacando el imperio inca.
Antes de los incas, existieron otros pueblos en la región andina, como los Nazcas, Mochicas y Tiahuanaco. Estos pueblos eran conocidos por su habilidad en la artesanía, orfebrería y arte textil. Los Nazcas, en particular, son famosos por las enigmáticas líneas de Nazca, gigantescos dibujos en el suelo que son visibles desde el espacio. Se cree que estas líneas tenían una función comunicativa, posiblemente relacionada con un calendario agrícola.
La historia de los incas se ha transmitido a través de leyendas que han viajado de boca en boca durante siglos, ya que los incas no tenían un sistema de escritura. Según la leyenda, el Dios Sol, Inti, le encomendó a su hijo Ayar Manco la misión de civilizar a los seres humanos. Ayar Manco y su esposa Mama Ocllo emergieron del Lago Titicaca con una barra de oro que les mostró el lugar donde fundaron la ciudad de Cusco, considerada el ombligo del mundo y el centro del imperio. De esta manera, Ayar Manco se convirtió en Manco Cápac, el primer inca, y enseñó a los hombres a cultivar la tierra, pescar y construir sus hogares.
Los incas desarrollaron técnicas innovadoras de siembra para cultivar las abruptas pendientes de los Andes. Las famosas Terrazas de Cultivo, conocidas como andenes, junto con acueductos y canales en las laderas de las montañas, les permitieron cosechar suficientes alimentos para desarrollar una gran civilización. Los incas fueron responsables de la introducción de la papa y el maíz, cultivos que se convirtieron en fundamentales para su alimentación y que luego se difundieron por el mundo.
Con su ejército poderoso y su habilidad para negociar alianzas, los incas lograron extender su territorio desde la Amazonía de Colombia hasta el norte de Argentina y el centro de Chile. Administraban este vasto imperio desde su capital, Cusco. Su sistema de caminos, encabezado por el Camino Real, que unía Cusco y Quito, permitía el comercio y también servía como un eficiente sistema de correo, utilizado por los chasquis para llevar mensajes a largas distancias.
Para administrar sus provincias y controlar sus riquezas, los incas desarrollaron el sistema de quipus. Estos eran cuerdas con nudos de diferentes colores y tamaños que funcionaban como instrumentos de contabilidad. Aunque no se sabe exactamente cómo funcionaban, los quipus eran manejados por especialistas llamados camayocs, encargados de controlar las cuerdas en cada región.
El imperio inca se destacaba por su organización administrativa y política, con el Inca como líder supremo. Además, se establecieron leyes fundamentales que debían ser respetadas por todos, promoviendo la igualdad y el trabajo comunitario. Aunque el emperador y la nobleza disfrutaban de lujos, en el imperio inca no existía la pobreza, ya que todos tenían acceso a comida y trabajo.
La arquitectura incaica es otro aspecto impresionante de su legado. Los incas eran conocidos por su habilidad para encajar piedras enormes sin el uso de cemento. La ciudadela de Machu Picchu, construida en un lugar inaccesible a más de 2.000 metros de altitud, es un ejemplo de su destreza arquitectónica.
La historia de los incas se conoce principalmente a través de las crónicas de la conquista escritas por los cronistas españoles. Uno de los cronistas destacados fue Felipe Huamán Poma de Ayala, cuyo libro de crónicas fue descubierto mucho después, revelando valiosa información sobre las costumbres del imperio incaico.
Tahuantinsuyo
El Tahuantinsuyo. Exploraremos su extensión geográfica y las tres etapas clave de su desarrollo: regional, confederación e imperial. También discutiremos las dos explicaciones de su origen: mítico e histórico.
En términos de extensión, el Tahuantinsuyo abarcaba desde Pasto, en Colombia, hasta el río Maule, en Chile, desde la selva hasta el océano Pacífico. Su evolución se divide en tres etapas: regional, en la que los incas se establecieron desde Taypikala hasta Cusco; confederación, cuando las etnias se unieron contra los chancas y liderados por Pachacútec; e imperial, que comenzó tras la victoria sobre los chancas y finalizó con la llegada de los españoles.
En cuanto a los orígenes, hay dos explicaciones: mítico e histórico. El origen mítico está representado por las leyendas de los hermanos Ayar y Manco Cápac y Mama Ocllo. La primera leyenda relata cómo los cuatro hermanos emergieron de una pacarina (lugar de origen) en el cerro Taputococ. Sin embargo, tres de ellos desobedecieron al dios Sol y solo Manco Cápac y Mama Ocllo sobrevivieron para fundar una nueva sociedad.
El origen histórico, por otro lado, se relaciona con una migración desde Taipicala, el centro de poder de los Tiahuanaco. Debido a problemas climáticos y falta de producción excedente, se vieron obligados a buscar nuevos horizontes.
En términos de organización política, el Tahuantinsuyo presentaba una dualidad de poderes entre el Sapa Inca (gobernante general) y el Villaq Umu (sacerdote). El imperio se dividía en cuatro suyos, cada uno gobernado por un suyuyuc-apu o apocuna. A su vez, cada suyo contenía varias provincias gobernadas por un Apunchic o tocricoc, y dentro de cada provincia existían aiyus gobernados por curacas.
La organización económica se basaba en dos elementos: reciprocidad y redistribución. La reciprocidad implicaba intercambios simétricos entre personas iguales, mientras que la redistribución era asimétrica y se realizaba desde el Estado hacia el pueblo en momentos de necesidad.
En cuanto a la organización social, se distinguía la nobleza, dividida en nobleza de sangre y nobleza de privilegio. La nobleza de sangre incluía a los familiares directos del Sapa Inca, mientras que la nobleza de privilegio se obtenía a través de dádivas o lazos matrimoniales. También existían los yanaconas (sirvientes del Estado), los mitmakuna o mitimaes (colonizadores) y los hatunrunas, que incluían chasquis (mensajeros), acllas (vírgenes del sol), Mitahuarmi (mujeres que trabajaban para el Estado) y los Chasqui (testigos del imperio).
Las manifestaciones culturales se reflejaban en la arquitectura (construcciones trapezoidales y uso de ángulos), la cerámica (como los urpos o arívalos) y la religión. En la cosmovisión inca, los dioses habitaban en el kay pacha (mundo terrenal), uku pacha (mundo de abajo) y hanan pacha (mundo de arriba), mientras que la fuerza vital Kamaq se creía que habitaba en todos los seres y sobrevivía tras la muerte.
Este resumen proporciona una visión general del Tahuantinsuyo, abordando su extensión, etapas, orígenes, organización política, económica, social y manifestaciones culturales.
Guerra civil entre Huascar y Ataulpa
Nos adentraremos en el tema de las guerras civiles que tuvieron lugar entre Huáscar y Atahualpa, dos importantes líderes incas. Es fundamental comprender este conflicto para comprender el proceso histórico de la época.
Huáscar y Atahualpa eran medio hermanos, y para entender su rivalidad, debemos examinar el contexto más amplio. Durante el reinado del Inca Viejo, Huayna Cápac, el Imperio Inca buscó expandir sus territorios hacia el norte. Huayna Cápac se dirigió hacia allí con su hijo legítimo, Huáscar, heredero del trono.
Sin embargo, simultáneamente, los españoles habían llegado a América. Específicamente, en este periodo, nos encontramos con la llegada de Francisco Pizarro al continente. Aunque los europeos llegaron a Centroamérica, también trajeron consigo enfermedades desconocidas en el Nuevo Mundo, como la viruela.
A medida que Huayna Cápac avanzaba hacia el norte, aumentaban las posibilidades de que contrajera estas enfermedades. Tanto Huayna Cápac como su hijo carecían de inmunidad contra estas nuevas enfermedades, lo que los hacía vulnerables. Lamentablemente, Huayna Cápac se contagió y falleció en el norte.
El legítimo heredero del trono imperial debería haber sido Huáscar, ya que era hijo de la colla (la principal esposa) y del Inca. No obstante, Huayna Cápac tuvo un hijo con una mujer collao (segunda esposa), quien era Atahualpa. Por lo tanto, Atahualpa no tenía derecho a gobernar en un co-gobierno, conocido como “co-reinado”, que era una práctica común en el imperio.
Sin embargo, Atahualpa anhelaba obtener el poder y gobernar el Tahuantinsuyo. Mientras su padre estuvo vivo, Atahualpa lo acompañó y aprendió todo lo necesario para gobernar el imperio. Una vez que su padre falleció, Atahualpa decidió tomar el lugar de Huáscar en el Cusco, donde se encontraba el trono imperial.
A medida que Atahualpa avanzaba en su afán de poder, las enfermedades seguían extendiéndose en el norte, lo cual era peligroso. La viruela afectó tanto a Huayna Cápac como a Huáscar. La muerte de Huayna Cápac desequilibró el poder político en el Tahuantinsuyo, ya que Atahualpa, quien había acompañado a su padre, no tenía el derecho legítimo de gobernar.
En este punto, Huáscar, apoyado por su familia y la panaca real, lideraba una facción en el Cusco que buscaba recuperar el poder y devolver el control al imperio central. Por otro lado, Atahualpa y su familia materna se resistían a renunciar al poder. Por lo tanto, la lucha no era directamente entre Huáscar y Atahualpa, sino entre las familias y panacas que los respaldaban.
La familia cusqueña deseaba que todo el poder regresara al Cusco, incluyendo la mano de obra y los beneficios económicos. Por otro lado, Atahualpa y su familia materna buscaban mantener los beneficios en el norte y asegurar su permanencia en el poder. Este conflicto se centró en la legitimidad del poder en el imperio del Tahuantinsuyo.
En este enfrentamiento, Atahualpa tenía una ventaja, ya que había adquirido experiencia y conocimientos de gobierno durante su tiempo junto a su padre. Por lo tanto, era el candidato más probable para salir victorioso. Eventualmente, Atahualpa logró derrotar a su hermano Huáscar y se enfrentó a los españoles en el siguiente capítulo de la historia: la conquista.
El Imperio Azteca
Descubre la fascinante historia del Imperio Azteca, una de las culturas más misteriosas y poderosas de la antigüedad en Mesoamérica. Desde su florecimiento en el cruce de América del Norte y del Sur, los aztecas dominaron la región con un poderoso ejército durante dos siglos.
Explora los orígenes de esta civilización a través de los olmecas y los zapotecas, cuyas huellas perduran en imponentes templos y maravillosas obras de arte. Sin embargo, un misterio rodea la desaparición de estos pueblos y el surgimiento de los aztecas en el siglo XII.
Los aztecas, sedientos de poder, construyeron la legendaria ciudad de Tenochtitlan en el centro de México. Desde allí, gobernaron un vasto imperio que abarcaba 38 estados en su apogeo. Esta ciudad, construida sobre un islote en un gran lago, fue testigo de la grandeza y la vida cotidiana de más de 250,000 habitantes.
Además de su poder militar, los aztecas también fueron conocidos por su dieta única. Cultivaron y consumieron maíz, chocolate, cacahuate (maní) y tomate, entre otros alimentos. Su ingeniosa solución para la escasez de tierras agrícolas fue la creación de las Chinampas, islas artificiales en el lago donde cultivaban y prosperaban.
El Imperio Azteca fue una sociedad guerrera, pero también estableció vínculos comerciales y desarrolló una producción de bienes y artesanías que se vendían en otras ciudades. Sin embargo, el imperio se enfrentó a la constante amenaza de los sacrificios humanos, una práctica religiosa que creían necesaria para mantener el equilibrio del mundo.
A través de códices y la tradición oral, los aztecas dejaron constancia de su historia y conocimientos. Aunque su sistema de escritura era limitado, los códices ilustrados son documentos históricos que registran aspectos de su vida cotidiana.
Los aztecas también fueron poetas y músicos, utilizando la poesía como forma de expresión. Su calendario solar y su enfoque en el número 20 revelan su profundo conocimiento del tiempo y las matemáticas.
Sin embargo, la llegada de Hernán Cortés y los conquistadores españoles marcó el fin del Imperio Azteca. Moctezuma II, el último rey azteca, creyó que los españoles eran dioses y los recibió pacíficamente. Pero la conquista resultó en la destrucción de la capital azteca y la incorporación de sus tierras a la corona española.
A pesar de su caída, el legado de los aztecas perdura en la historia y la cultura de Mesoamérica. Sus tradiciones, arte y orgullo siguen resonando en los habitantes del Valle de México hasta el día de hoy.”
Mayas
Los rastros de la cultura maya aún están presentes en nuestro mundo. Esta antigua civilización, conocida por sus maravillosos descubrimientos en matemáticas, astronomía, arquitectura y arte, floreció en Mesoamérica. Sin embargo, un día misteriosamente declinó y se dispersó, desapareciendo. Aunque los motivos siguen siendo desconocidos, los mayas dejaron un legado impresionante.
La civilización maya no era un único imperio, sino un conjunto de diferentes pueblos que ocuparon lo que hoy es Guatemala, Honduras, Belice y la Península de Yucatán en México. Aunque tenían ciertas similitudes, como el idioma, el calendario y la religión, cada pueblo tenía su propia ciudad, gobierno y riquezas.
A diferencia de los imperios como Atenas y Esparta, los mayas se organizaban en ciudades-estado. Las primeras ciudades mayas surgieron alrededor del año 400 a.C., al mismo tiempo que brillaban Atenas y Esparta en Europa. Sin embargo, es importante destacar que los griegos y los mayas no se conocían, ya que aún no se habían cruzado los océanos Atlántico y Pacífico.
La región habitada por los mayas estaba formada por mesetas regadas por lluvias provenientes del océano Atlántico y el Pacífico. Su tierra húmeda y atravesada por ríos de agua dulce les permitía cultivar maíz, criar ganado y recolectar frutos de la selva. Aunque el clima les ayudaba, no contaban con la rueda ni animales para arar la tierra, por lo que todo el trabajo recaía en el hombre.
Antes de los mayas, los olmecas habitaban la región. Se considera que los olmecas fueron la “civilización madre” de Mesoamérica, y su esplendor ocurrió alrededor del año 700 a.C. Mientras los olmecas se encontraban en su apogeo, las pequeñas tribus mayas estaban naciendo y adoptaron conocimientos de ellos para construir templos, desarrollar el calendario y aprender a escribir. Los mayas también heredaron los rituales y prácticas religiosas de los olmecas, incluyendo la adoración al jaguar como un animal sagrado asociado al poder del rey.
Durante mucho tiempo, el esplendor de los mayas estuvo oculto en la selva, sumergido en densa vegetación. Sin embargo, en años recientes, exploradores y arqueólogos han descubierto maravillosas ruinas de antiguas ciudades mayas. Estos hallazgos han sorprendido al mundo y han permitido comprender mejor una de las culturas más complejas y refinadas de América.
Las ciudades mayas seguían una estructura similar. En el centro de cada ciudad, había una gran plaza donde se encontraban las construcciones más significativas: las pirámides, que eran templos y escenarios para ceremonias y sacrificios rituales.
El pueblo participaba activamente en estas ceremonias, cantando, danzando e implorando a sus dioses. Además de los templos, cada ciudad albergaba sacerdotes, gobernantes, jefes militares, comerciantes, artesanos, campesinos y esclavos, formando una compleja sociedad.
Los mayas desarrollaron un calendario basado en la observación de los astros. Su conocimiento astronómico les permitía predecir los momentos adecuados para la siembra y la cosecha. Utilizaron sus pirámides como observatorios astronómicos, y los sacerdotes mayas acumularon un profundo saber en este campo.
Crearon un calendario que combinaba ciclos solares y lunares, con una concepción del tiempo distinta a la linealidad occidental. Su uso del cero en las matemáticas, representado por un caracol, fue revolucionario y precedió en unos 900 años a su adopción en Europa.
El Popol Vuh, el libro sagrado de los quichés, descendientes de los mayas, relata la creación del hombre. Según esta historia, los dioses crearon a los seres humanos en varios intentos, utilizando materiales como madera y lodo, hasta lograr una creación que les fuera obediente y respetuosa.
El juego de la pelota era una actividad peculiar de los mayas para contentar a sus divinidades. Era un juego violento en el que los jugadores debían golpear una pelota de caucho con partes del cuerpo como los hombros, rodillas y caderas. El equipo perdedor era sacrificado, y su sangre se ofrecía a los dioses.
Los mayas dejaron un legado artístico y escrito. Sus artistas inmortalizaron momentos importantes de su historia a través de pinturas y relieves. Crearon un sistema de escritura basado en glifos, que representaban dioses, animales, pensamientos e ideas. Estos glifos se combinaban para formar frases cortas, permitiendo a los mayas registrar la sucesión de sus reyes y el funcionamiento de su sociedad.
A pesar de su esplendor, la civilización maya experimentó un final inesperado alrededor del año 900 d.C. Sus ciudades fueron misteriosamente abandonadas, y algunos de sus habitantes se internaron en la selva, mientras que otros emigraron a Yucatán para crear nuevas ciudades.
Los españoles llegaron en 1527 y tardaron casi 200 años en conquistar a los mayas, debido a la falta de un gobierno centralizado. Finalmente, los mayas cayeron, poniendo fin a una de las civilizaciones más destacadas de América precolombina.