HISTORIA Semana N° 1
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ToggleDefinición de Historia, Fuentes históricas, Ciencias y disciplinas auxiliares de la historia
La ciencia histórica: concepto, características y fuentes históricas
Abordaremos el primer tema: la ciencia histórica. ¿Qué entendemos por historia? Aunque hemos visto este concepto varias veces en nuestros años de estudio, no siempre nos hemos percatado de sus características. ¿Sabías que la historia es una ciencia? Efectivamente, la historia es una ciencia social que se distingue por su enfoque en el estudio del hombre y su accionar en la sociedad.
Es importante comprender que la historia no se enfoca en estudiar al hombre en sí mismo, ya que otras disciplinas como la biología, medicina o psicología se encargan de eso. Lo que le interesa a la historia es el impacto que las acciones de un individuo tienen en la sociedad y cómo generan cambios significativos a lo largo del tiempo.
La historia es una ciencia social que utiliza técnicas y métodos para alcanzar sus objetivos. ¿Cuál es el objetivo de la historia? Reconocer el pasado para entender el presente y proyectarse hacia el futuro. La historia es una maestra que nos guía para evitar cometer los mismos errores en el futuro.
Pero, ¿de dónde obtienen los historiadores la información que nos brindan en los libros? Los historiadores trabajan con fuentes históricas, que son su materia prima. Estas fuentes pueden ser de cuatro tipos: fuentes materiales, fuentes orales, fuentes escritas y fuentes audiovisuales.
Las fuentes orales son aquellas transmitidas a través del habla, como las leyendas, cuentos o narraciones. Sin embargo, estas fuentes son menos precisas, ya que la información puede cambiar de persona a persona.
Las fuentes materiales son objetos tangibles dejados por nuestros antepasados, como cerámicas o textiles. Estas fuentes son consideradas las más objetivas, ya que su significado no cambia a lo largo del tiempo.
Las fuentes escritas son documentos impresos o manuscritos, como periódicos, libros, protocolos o testamentos. Estas fuentes son de gran importancia para el trabajo del historiador, ya que proporcionan información de primera mano.
Por último, las fuentes audiovisuales, como entrevistas, canciones, documentales o películas, también son utilizadas por los historiadores. Estas fuentes son especialmente útiles para la comprensión visual y auditiva de los hechos históricos.
Además de las fuentes históricas, existen ciencias auxiliares y disciplinas auxiliares de la historia que brindan apoyo al trabajo del historiador. Las ciencias auxiliares incluyen la geografía, antropología y arqueología, que proporcionan información adicional sobre ubicación, interacciones sociales y vestigios materiales respectivamente.
Las disciplinas auxiliares, por otro lado, son ocupaciones que ayudan al historiador en aspectos prácticos y técnicos. Estas disciplinas son la epigrafía, que estudia las inscripciones en monumentos; la genealogía, que se enfoca en los linajes familiares y árboles genealógicos; la heráldica, que estudia los escudos y blasones; y la paleografía, que permite leer y descifrar documentos antiguos a través de la comprensión de la escritura de épocas pasadas.
Periodificación de la Historía
La periodificación histórica es una herramienta importante para organizar nuestro trabajo y comprender la evolución de la humanidad. Se divide en dos tipos principales: la periodificación por acontecimientos y la periodificación tecnológica.
En la periodificación por acontecimientos, nos enfocamos en las edades antiguas, medievales, modernas y contemporáneas. Cada una de estas edades se caracteriza por cambios significativos y rupturas en el sistema social, político y cultural. Desde la antigüedad hasta la contemporaneidad, se han producido transformaciones que han dado forma a nuestro mundo actual.
Por otro lado, la periodificación tecnológica se centra en la evolución de las herramientas y los materiales utilizados por las sociedades a lo largo del tiempo. Esto incluye la Edad de Piedra y la Edad de los Metales, donde el uso de piedra y metales marcó importantes avances en la tecnología humana. En la Edad de Piedra, encontramos el Paleolítico, el Mesolítico y el Neolítico, etapas en las que el uso de la piedra era predominante. Por otro lado, la Edad de los Metales se divide en cobre, bronce y hierro, reflejando el avance en la metalurgia.
La transición entre las diferentes edades está marcada por acontecimientos históricos significativos. Por ejemplo, la caída del Imperio Romano de Occidente dio paso a la Edad Media, donde la Iglesia Católica se convirtió en una institución poderosa. Sin embargo, el prestigio de la iglesia y los señores feudales disminuyó con la aparición de las cruzadas, lo que abrió camino a la ascensión de los reyes y al absolutismo en la Edad Moderna. Posteriormente, la Revolución Francesa marcó un cambio radical en la sociedad, promoviendo ideales de libertad y dando inicio a la era contemporánea.
Es importante tener en cuenta que la historia no sigue una progresión lineal y predecible. Los cambios históricos no siempre conducen a una mejora constante, ya que pueden ser diferentes e impredecibles. Además, la estructura social y económica actual se basa en el capitalismo, pero no se puede prever qué sucederá en el futuro.
La comprensión de la historia y sus cambios nos permite reflexionar sobre nuestra sociedad actual y cómo podemos contribuir a su mejora. Es responsabilidad nuestra, como individuos, utilizar el conocimiento histórico para tomar decisiones informadas y trabajar hacia un futuro mejor.
En resumen, la periodificación histórica es esencial para organizar y comprender el desarrollo de la humanidad. La periodificación por acontecimientos y tecnología nos ayuda a ubicar los eventos y cambios tecnológicos en su contexto histórico. Debemos recordar que la historia no sigue un camino lineal de progreso constante, y que nuestra participación activa es fundamental para mejorar la sociedad en la que vivimos.
Prehistoria
La historia se divide en diferentes períodos, y en esta ocasión nos centraremos en el período conocido como prehistoria, específicamente en el Paleolítico, Mesolítico y Neolítico.
En el Paleolítico, que se divide en tres etapas (Paleolítico Inferior, Paleolítico Medio y Paleolítico Superior), el hombre era principalmente nómada y dependía de la naturaleza para obtener alimentos. Vivía en cuevas, formaba grupos o bandas y tenía una economía de subsistencia basada en la caza, la pesca y la recolección de alimentos. Durante esta etapa, el Homo habilis se destacó por ser el primero en utilizar herramientas líticas, gracias al desarrollo del pulgar oponible. También se menciona al Homo erectus, cuya columna vertebral y anatomía le permitieron caminar de manera más eficiente. Además, se destacan las variaciones climáticas y el uso del fuego como elementos importantes en esta etapa.
En el Paleolítico Medio, representado por el Homo neanderthalensis, se observa el desarrollo de ideas mágico-religiosas, manifestadas en entierros intencionales y en la pintura y el tatuaje corporal como formas de diferenciación. También se destaca la capacidad de comunicación a través del lenguaje articulado.
En el Paleolítico Superior, aparece el Homo sapiens, específicamente el Homo sapiens sapiens, también conocido como el hombre de Cromagnon. En esta etapa, no se presentan cambios físicos significativos, pero se desarrolla el arte en dos formas: el arte parietal, realizado en las paredes de las cuevas, y el arte mobiliar, que se puede transportar. Se mencionan las venus del Paleolítico, figuras femeninas que representan la fertilidad.
Posteriormente, se encuentra el Mesolítico, un período de transición en el que el hombre comienza a experimentar y aprender sobre el ciclo de vida de plantas y animales. Aunque todavía no domina por completo el medio, el hombre vive en aldeas estacionales y se dedica a la horticultura incipiente y la domesticación de animales.
Finalmente, llegamos al Neolítico, donde se produce la llamada “Revolución Neolítica”. En esta etapa, el hombre ya no depende completamente de la naturaleza, sino que desarrolla la agricultura y la ganadería. Al convertirse en agricultor sedentario, se establecen comunidades, surge el urbanismo y se produce un excedente de producción. También aparece el trueque como forma de intercambio y se establece la propiedad privada. La división del trabajo y la vida social también se hacen más evidentes en esta etapa.
En resumen, la prehistoria abarca distintos períodos en los que el hombre evoluciona desde una dependencia total de la naturaleza hasta el desarrollo de la agricultura y la ganadería, lo que le permite establecerse de manera sedentaria, generar excedentes de producción, establecer intercambios y formar comunidades más complejas.
Edad de los metales
La Edad de Piedra, compuesta por los períodos Paleolítico, Mesolítico y Neolítico, sentó las bases de la evolución humana. Ahora, nos adentramos en la siguiente etapa histórica conocida como la Edad de los Metales, caracterizada por el dominio de los metales en la vida humana.
El descubrimiento y utilización de metales en esta nueva era tuvo un impacto significativo en el desarrollo de la civilización. El primer metal que exploraremos es el cobre, que se convirtió en uno de los primeros metales utilizados a gran escala. Sin embargo, a pesar de su versatilidad, el cobre presentaba limitaciones debido a su baja resistencia y tenacidad. Era frágil y se rompía fácilmente, lo que lo hacía inadecuado para la fabricación de armas. A pesar de ello, el cobre se utilizaba principalmente para crear adornos y elementos de lujo con valor ceremonial.
Posteriormente, se produjo un importante avance con la llegada del bronce. El bronce, una aleación de cobre y estaño, resultó ser un metal más tenaz y duradero que el cobre. Esta mejora en las propiedades del metal permitió la fabricación de objetos más fuertes y resistentes, incluyendo la creación de monedas.
La aparición de la moneda revolucionó el comercio de la época, ya que proporcionó un medio de intercambio comúnmente aceptado. Además, el uso de clavos de bronce en la construcción de embarcaciones permitió un mayor desarrollo de los viajes marítimos y facilitó el comercio a larga distancia. Estos avances en la navegación y el comercio llevaron a la expansión territorial y al surgimiento de las primeras formas comerciales y sociedades más complejas, como la mesopotámica y otras.
Finalmente, la Edad de Hierro marcó otro hito importante en la historia de la humanidad. El hierro, conocido por su indestructibilidad y resistencia, se convirtió en el metal dominante en la fabricación de armas y herramientas. Su fortaleza y durabilidad lo hicieron invaluable en el contexto de la guerra y la conquista.
Una espada de hierro era superior a las armas de las civilizaciones vecinas que aún utilizaban bronce, lo que confería una ventaja militar significativa. Las sociedades que dominaban la tecnología del hierro fueron capaces de expandirse y conquistar nuevos territorios. La conquista militar llevó al establecimiento de los primeros imperios esclavistas, donde los prisioneros de guerra se convertían en esclavos y contribuían al crecimiento y la riqueza del imperio.
En resumen, el paso de la Edad de Piedra a la Edad de los Metales marcó una evolución crucial en la historia humana. Desde el cobre utilizado para adornos hasta el bronce utilizado para la creación de monedas y el hierro utilizado en la guerra y la expansión imperialista, los metales desempeñaron un papel fundamental en el desarrollo de la civilización. Estos avances tecnológicos tuvieron un impacto profundo en el comercio, la navegación, la expansión territorial y la estructura social de las antiguas civilizaciones.